jueves, enero 19, 2006

Comienza el Proceso

Concluyo este día con sensaciones encontradas luego de asistir por primera vez a uno de estos nuevos tribunales creados por la "Reforma Procesal", que son como los que veíamos solo en películas gringas.

Encontrarme con Manuel, como inculpado de homicidio, fue una vivencia muy fuerte dado todo el afecto, cercanía, y sueños en carpeta que estabamos construyendo. A pesar de ello nunca he perdido la confianza en él, al punto que no lo pensé dos veces cuando el abogado, como una forma de conseguir la detención domiciliaria mientras dure el proceso, pidió que los sacerdotes que estaban presentes (Padre Alfonso Baesa, Padre Mancilla y Padre Nicolás Vial) y nosotros, amigos de Manuel, (eramos 5 personas vinculadas al mundo empresarial) nos pusiéramos de pié como una forma de garantizar a la jueza de que él no es un peligro para la sociedad y que enfrentará la justicia sin escabullir el desarrollo de este proceso.
La "audiencia de detención", donde se precisaron los cargos y se solicitó la detención domiciliaria (en la Parroquia del Padre Mancilla), fue un momento de gran tensión dado los argumentos del fiscal que intentaba convencer a la jueza del peligro que significaba Manuel de no quedar detenido en la Penitenciería.

Luego de un receso de dos minutos, la jueza dió su veredicto concediendo algo que era muy difícil de lograr. Un triunfo para su abogado, un respiro para sus amigos, muchas lágrimas para Silvia su mujer... y me imagino, una emoción muy profunda para mi amigo Manuel, quién al ver éste respaldo tan cerrado de sus cercanos, debe haber sentido que a pesar de lo violento del momento que vive, este hecho no ha logrado echar por tierra todo el cambio de vida logrado en sus últimos 6 años.

Muchas preguntas quedan rondando, grandes desafíos amenazan nuestra tranquilidad, nuevas y profundas invitaciones comienzan a emerger en mi y en cada uno de los que estamos compartiendo ésta: la historia de Manuel.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedro:
Muy linda la historia de Manuel. Me llena de esperanzas y confianza. Y me contagia el contento por su merecida libertad. Compruebo una vez más que los esfuerzos valen la pena y que las personas "sí cambian", a veces es sólo una cuestión de oportunidad. Y que tras tantas batallas podemos tocar jugosos frutos... y éste es uno de ellos. No sé por qué le pasó esto a Manuel, pero estoy seguro que esconde un poderoso "para qué" o sentido. Desde luego ya tuvo una profunda experiencia de amistad y amor. Tras muchas cosas inexplicables, cuando emcontramos el sentido, muchas veces agradecemos por la oportunidad que se nos dio.
Gracias por tu blog, el que seguiré con muchas ganas.
Cariños. Pilar Eyzaguirre.