viernes, diciembre 15, 2006

HONRAR A MI PADRE Y MI MADRE



( en la foto de su matrimonio el año 1951
con el Padre Alberto Hurtado)



Algunas palabras para “Honrar a mi padre y mi madre”.
En el aniversario de 50 años de fallecido del papá y en los 40 de la mamá.

La ausencia que me ofreció la noche,
No es comparable a la presencia que me trajo el día.

El frío gélido del invierno
como la noche que ocultó las sombras,
No lograron que la luz se opacase
Ni que el brote fresco se ofuscase.

La VIDA siempre sobrepasará a la muerte
El DOLOR siempre encontrará el descanso
La LUZ nunca será definitivamente ocultada
La MUERTE ya ha sido vencida.

martes, diciembre 12, 2006

MANUEL: iremos contigo, no estas solo.



Inicié mi blog en el mes de enero del 2006 con la historia de “Mi amigo Manuel” (http://pedroarellanom.blogspot.com/2006/01/la-historia-de-manuel.html) . Luego vendrían nuevos textos referidos a él y a esa historia, dura, dolorosa, y sin duda muy ajena a la vida de quienes hoy navegamos estas aguas del Internet.

Ahora, casi al cerrar el año, me interno nuevamente por los helados pasillos de la cárcel de alta seguridad CAS, para encontrarnos tras esos muros fríos con Manuel luego de que éste ha recibido la sentencia de pasar otros ocho años en ese mundo de encierro, silencio y soledad.

Manuel vuelve a encontrarse con esa realidad que fue su habitat durante 28 años de su vida, pero vuelve luego de haber descubierto una vida nueva, que conoció cuando sus ojos descubrieron otro mundo, al menos 5 años de su última condena. Y fue un cambio definitivo y radical, que logró mantenerlo de pié a pesar de las mil tentaciones que su antiguo medio le ofrecía. Nunca hizo nada que pudiera significarle una caída. Era sin duda un hombre nuevo. Había recuperado lo más precioso para él, su familia, y se aprontaba a jugarse toda la vida para devolverle la mano a la sociedad a quién sentía le debía tanto.

Pero llegó un día, un instante, un segundo, en que su historia aún no cicatrizada totalmente le tendió una trampa… y el caos golpeó su vida, remeció a Silvia, su mujer, impactó a sus amigos y conocidos, para precipitarse con un estruendo de polvo y tierra arrastrando todo a su paso.

Llegó entonces el desconsuelo, la vergüenza, el sin sentido y la pena eterna, tomándolo prisionero y apoderándose de su vida durante estos interminables meses de proceso. ¿Hasta cuando?, …no sabemos.

Pero Manuel sigue siendo un hombre y su dignidad de hijo de Dios se nos ha revelado, en este tiempo, en medio de su desconsuelo, en medio de esas fías celdas. Quienes le hemos visitado, quienes le hemos conocido, damos fe, somos testigos y tenemos esperanza que estos ocho nuevos años tras las rejas del CAS logren ser una promesa, y logren esconder, a pesar de que es incomprensible imaginarlo siquiera, un nuevo sentido para la vida de Manuel, la de su mujer, sus hijos y todos quienes cada cierto tiempo penetramos esas rejas.