miércoles, junio 14, 2006

EL VALOR DE EXPONERSE


Durante la mañana me tocó participar en una charla para la Universidad Adolfo Ibañez. Me habían invitado para compartir sobre liderazgo y mi experiencia con DESAFIO en el mundo empresarial... por tanto hablar de mis logros, de los éxitos y como les había conseguido.

No es la primera vez que me invitan a realizar este tipo de intervenciones por lo que me contacté con lo que habitualmente digo, buscando en la preparación que hacía, solamente como decirlo en forma más atrayente,... pero en definitiva casi el mismo discurso...

Pero me sucedió que en un momento, tipo 8 de la mañana, me sentí mal por un mareo que experimenté (tipo vértigo) y temí caerme y quedar botado solo en mi casa, pues ya todos habían partido. El miedo, la aprensión por mi salud y la fragilidad física en la que me sentí me llevó a cambiar el discurso y decubrir una nueva reflexión.

En ese momento, todo lo que tenía anotado en mi agenda del día, mi charla en la universidad y todos los encuentros programados, frente a los cuales además me sentía imprescindible, perdían la prioridad que les había asignado y enfrentado a esta fragilidad todo ello estaba pasando a un segundo plano.

El paradigma de que el éxito esté asociado al dinero, que el poder sea sinónimo de brillo status, que el valor esta en lo fuerza en lo ágil, esta muy presente en nuestra cultura y por lo mismo en mis pensamientos. Mientras que lo frágil, lo pequeño, lo vulnerable, sigue estando varios peldaños más abajo.

No me gusta, como a nadie creo yo, mostrarme vulnerable, temo a mis fragilidades, escondo mis límites... y tal como lo decía en el post anterior, busco ponerme un velo que cubra mis debilidades y solo enseñe mis fortalezas.

Descubro entonces cuan divididos caminamos, mostrando una sonriente y exitosa "cara pública", mientras escondemos los dolores, los temores de la "cara privada". Se explican entonces todos esos reclamos que a veces escuchamos en nuestras casas como en la oficina, por las rabietas y el mal humor, mientras en las páginas sociales seguimos apareciendo con esa sonrisa generosa.

Dado que el malestar del mareo como mi temor se aminoró, decidí responder a ese compromiso que había asumido con los chiquillos de la Universidad y mostrarme en esta faceta más desconocida y por supuesto menos expuesta. Asumí mi realidad vulnerable y les compartí todo el valor que ha tenido en mi vida las tantas veces que he sido conciente de mi vulnerabilidad y como esa realidad mía ha sido tanto más valiosa, incluso, que las competencias y fortalezas que aparecen tras los logros y éxitos por los que soy reconocido.

Me sentí muy a gusto, habitando un lugar de paz, sin tensiones, exponiéndome con total franqueza, develando el que soy, con mis luces y con mis sombras, ni más ni menos que mostrándoles ese ser único lleno de dones como también lleno de limitaciones. Exponerme en esa tensión permanente fuerza y fragilidad fue el valor de lo que descubrí tras el mareo de esta mañana.