jueves, noviembre 22, 2007
Jesús llora al ver la ciudad
"Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos"
¿Como vemos hoy nuestra ciudad?
Al ver la ciudad, frente a la que muchas veces yo también lloro, más que ver la ciudad, veo al hombre y la mujer que la habita.
¡Que poco humana es nuestra ciudad!
Si la atravieso, no por las autopistas que esconden lo indigno, sino, la cruzo "de a pié"... no puedo sino quedar conmovido y entristecido.
Pero si mi ciudad, como mi casa, es sólo una expresión de quienes la habitamos. Entonces más penoso aún, pues mi corazón creado para el encuentro, se duele frente a la distancia; mis brazos creados para acogerte, se repliegan por miedo al rechazo; mis ojos puestos para ofrecerte mi intimidad, se esconden pudorosos, temerosos.
Quiero habitar en la tierra prometida, en la Jerusalén celeste... Quiero caminar por calles que me acojan, con rejas convertidas en arados, con plazas donde niños y viejos encontramos la alegría del espacio que abrace...
Quiero, Sueño, Anhelo...
más mientras tanto me seco mi llanto,
despierto mi canto y salgo de prisa
a transformar el cemento en jardín florido,
la soledad en una ronda de encuentro,
el temor en una fiesta de abrazos,
la sospecha en una mirada que quema tu corazón y tu pena.
Es la invitación que hoy me nace ante este Jesús que conmigo llora sobre mi ciudad.
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1 comentario:
Este abrazo tuyo me alcanza
Me conmueve y me lleva a retomar con más pasión la palabra que respondí a la pequeña Magdalena... Ella me miraba con ojos inocentes siguiendo mi respuesta a una entrevista que tenia por tarea.
Le hablé de mi anhelo de una cultura de la ternura, en donde sea imprescindible colaborar con el más débil y vulnerable para que se pueda echar a volar alto… porque cuando se eleva todos nos elevamos con él…
Porque cuando hay un hombre botado, ebrio o drogado, por donde mi paso atraviesa, algo de mi, algo de nosotros… se queda botado con él, en el bajo suelo…
Ahora que te leo... me conmuevo… te doy gracias porque me recuerdas, que mi sueño no es un sueño solo, tampoco el tuyo. Tu palabra le da sentido a mi llanto y a mi sueño. Y un motivo potente para seguir apasionadamente abriendo caminos a como de lugar, para que pase como se pueda, un soplo de paz y de ternura… por donde andamos.
Y así seguimos andando... más hermanos que siempre.
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