viernes, julio 28, 2006

SUBIR EN CORDADAS


La orfandad de padres vivos como de padres fallecidos es siempre fuente de dolor, y genera incontables “trancas”, rollos” y funcionamientos desproporcionados en nuestra vida de relaciones. Sospecho debe ser una de la causas más típicas en las consultas de psicólogos o psiquiatras, como también debe ser uno de los temas más reiterativos en estudios y literatura psicológica.

Pero me impresiona que poco se conversa o se expresa el impacto de la ausencia de hermanos, y no me refiero con ello solo a los hermanos de carne sino también al "ser hermano" en nuestra condición de "ser humano". Me parece que nuestra cultura actual fundada en el individualismo del “rascársela con sus propias uñas” nos juega una mala pasada en este aspecto, porque tengo la impresión que es sólo esa conciencia de familia, de hermandad, de fraternidad, la que nos puede llevar a enfrentar la complejidad de la vida humana.

Siempre el hombre se ha reunido en tribus, comunidades, o agrupaciones que junto con darle el cobijo y protección suficiente le permita desarrollarse con un implícito sentido de complementariedad y cooperación.

Pero lo que me impresiona de nuestra actual “comunidad nacional” es que solo estamos recurriendo a ese valor fundamental, de la fraternidad, de la comunidad, cuando nos vemos enfrentado a una catástrofe o a un evento, y donde queda de manifiesto que mi sobrevivencia pasa por estirarle la mano al que esta a mi lado, y que posiblemente, hasta ese momento no había visto ni menos considerado. Esta respuesta reactiva, de sobrevivencia y netamente utilitaria tiene el valor de permitirnos sobrepasar el evento, más luego de ello nuestra tendencia será cerrar nuevamente la puerta de nuestra casa para volver a esa actitud donde me basto a mi mismo y donde el otro, mientras no me incomode… todo bien.

Estoy cierto es necesario volver a la esencia de este sentido de familia, de comunidad, que se encuentra en el origen de las distintas civilizaciones e inclusos en la base de toda agrupación religiosa, política, social e incluso laboral, para que proactivamente seamos capaces de asumir los grandes desafíos que estamos enfrentando como país en “vías de desarrollo”.

La imagen más reveladora para mí de este sentido de familia, donde cada uno junto con velar por su propio desarrollo, no olvida su pertenencia a un grupo mayor desde el cual “pende” su propia integridad, es la imagen de las cordadas del montañista. Quienes suben, precisan juntos la cima que subirán y luego saben que ese desafío común solo será conseguidos si se amarran unos con otros.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias, bonita y potente la iamgen de las "cordadas"

Anónimo dijo...

papa: leyendo esto recuerdo todas las veces que subimos el cerro juntos.Gracias por ser como eres y por enseñarme dia a dia a crecer,mi orgullo por ti crece minuto a minuto y estoy demaciado feliz por lo que haces.Juntos vamos a seguir creciendo.
Te quiere tu hija maria paz

Anónimo dijo...

Mi querido amigo y compañero de curso, Pé, para nosotros.Y quizá cuantos más.
Un muy buen tema que analizas y nos deja la pelota picando al ladito, para asumir de una vez por todas aquello que de rascarse con nuestras propias uñas, es el principio del egoísmo.
Que el ayudar en un momento determinado,y quedar con la "conciencia" tranquila, y posteriormente volver a cerrar la puerta por dentro, para que no nos molesten en un buen tiempo más, es cierto.
Lo he sentido en carne propia con muchas personas.Y lo peor, personas que se les ve íntegras, de valores, confiables, etc.
Un gran dolor.
Y mi acercamiento con estas "cordadas" de la montaña, te lo llevo a nuestros lazos de amistad, de nuestro curso de colegio, 6to B 1970.Colegio San Ignacio, A.O:
Esas cordads SI que deben ser fuertes, ya que llevan en su ser interno, el valor de la amistad que nació cuando éramos muy niños.
Más de 35 años nos unen desde que nos conocimos por primera vez.
Quizá para mi, es la cordada más fuerte después de nuestra familia actual, que no tiene más tiempo que esta relación que nos juntó desde pequeños.
Y es por eso, que también lucho por ello, por conseguir la cordada que nos lleve a seguir manteniendo nuestra amistad, a pesar de muchas diferencias que, más que separarnos nos unen. Somos todos distintos, y con el pasar de los años, nos volvemos más distintos, ya que el tiempo, va haciendo estragos en nuestras paciencias, nuestros intereses, los buenos, nuestros genios, nuestras agilidades, mentales y de las otras, y hasta en nuestro organismo biológico.
En paseos anteriores, como tu bien sabes, lo hacemos todos los años por un fin de semana,la lista de cosas a comprar en el supermercado era inmensa. Ahora, la nómina de cosas a llevar, comienza por la farmacia, y después , el vituperio etílico y gastronómico de algunos y otros.
Por eso, me agarro de tu tema, y me aferro a esta cordada que debemos defender hasta nuestros últimos días.
Sólo pienso en subir a "lo alto" de nuestra amistad de tantos años y poder mantenerla, a pesar que algunos ´, en forma inconciente,lo deseo así, me cierren la puerta por dentro, y me diga.....hasta el próximo año, Topo.

alvaro dijo...

Mi amigo y coach Gabriel Bunster me instó a comentar tu entrada desde el punto de vista evolucionario. Y en efeto, la relación es muy estrecha. Una de los problemas más difíciles de resolver para la selección natural de Darwin fue explicar las conductas altruistas en animales o humanos, es decir, aquellas conductas que benefician a un tercero y significan un costo para quien las realiza. Ello fue resuelto, no por Darwin, sino que en el siglo XX por Hamilton y Trivers, quienes se dieron cuenta que tiene sentido evolucionario ayudar a otros si éstos son parientes, porque esa es otra forma de pasar los genes de uno a la siguiente generación, porque los que se están ayudando son genes muy parecidos a los de uno e incluso en algunos casos idénticos, como en las hormigas, y también tiene sentido evolucionario ayudar a no parientes, si hacer esos favores no le resta al individuo capacidad de supervivencia y reproducción, porque en el futuro esos favores son devueltos por otros. Eso se llama altruimso recíproco o reciprocidad, que es lo que practicamos los seres humanos a diario. No es que lo hagamos necesariamente de manera fría - te ayudo para que después tú lo hagas -, aunque puede que en algunos casos así sea, sino que te ayudo porque mi sistema emocional me insta a aello, siento empatía por tí, etc, y es esa empatía la que otros después la reciprocan con otros favores. De esa forma, el resultado para los individuos es mejor que si cada individuo funcionara cada uno "para su santo".
Los economistas que siguen las ideas evolucianrias han mostrado, además, que el egoismo y el altruismo coexisten en las personas, y se manifiestan según el contexto social en que se desenvuelve coyunturalmente la persona. En siutaciones impersonales, (la bolsa de comercio, por ej.) las personas son egoistas, competitivas e individualistas, pero en situaciones sociales, por ejemplo, reuniones sociales, son colaboradoras, solidarias y cooperadoras.
En fin, esto da para mucho más, porque se trata de un tema fundamental de la condición humana, y es la fuente de nuestras disputas políticas y sociales, pero ello ya escapa a las posibilidades de este comentario.

Andrea Brandes dijo...

Pedro
Es curioso como en mi el blog ha despertado un nuevo sentido de comunidad. Lo que más me impresiona es sentir cariño a través de los comentarios. He recibido comentarios delicados, simpáticos, alentadores, llenos de humor, y no creo que tenga que ver con una condición particular mía o de las leseras que escribo. Creo que más bien tiene que ver con la búsqueda de afecto de todos los que estamos delante del teclado. Es necesidad de comunicarse y establecer lazos, y no de cualquier tipo. Son las ganas de formar una cordada interminable.

Cariños