martes, octubre 09, 2007

Con el poder de la mirada



Recuerdan la parábola del Buen Samaritano que aparece en el Evangelio de Lucas? Ahí con esta parábola Jesús nos revela quién es nuestro prójimo. Y dice que frente a una persona que había sido asaltada y que yacía sangrante en el camino, pasaron tres personas: el primero que era un sacerdote, dice el texto: “… al verle, dio un rodeo. De igual modo un Levita que pasaba por aquel lugar, lo vio y dio un rodeo. Pero un Samaritano que iba de camino, llego junto a él y al verle, tuvo compasión. Se acercó, le vendo las heridas y le llevó a una posada para que cuidaran de él”.

El texto dice que los tres le vieron…. Pero al parecer, sólo el Samaritano le vio verdaderamente.
¿Qué significa ver entonces?
¿Vemos cotidianamente a quienes están o pasan a nuestro lado?

Mientras más reflexiono y hago la experiencia del encuentro, más me asombro por el poder de la mirada.

Recuerdo por ejemplo al Padre Hurtado, como esa mirada que cruzó con el mendigo que estaba botado en la calle, fue la mirada fundacional del Hogar de Cristo. De hecho él decía, que no vio en ese acto al mendigo, sino al mismo Cristo que le miraba.

Hacen varios años invitamos a Patch Adams a Chile, este médico norteamericano, no creyente, revolucionario, que atravesado por su mirada amorosa ofrece alegría y un pequeño respiro al sufrimiento de niños enfermos en hospitales y campos de refugiados de todo el mundo. Les puedo decir que caminar con él entre las camillas de los niños con cáncer es una verdadera escuela de humanidad.

Otro gran profeta de nuestro tiempo es Muhammad Yunus, el banquero de los pobres y a quién he tenido el privilegio de acompañar tanto en Chile como en Colombia en el encuentro con microempresarios muchos de ellos viviendo en condiciones de mucha pobreza. ¿Qué privilegio, cuanto aprendizaje. Una vez más el poder de la mirada, pues fue el encuentro con esas mujeres, que tejían esterillas a la salida de la Universidad, y esa capacidad de ponerse de rodillas la profundidad de sus historias, escrita en sus ojos, lo que le llevó a fundar el microcrédito y a ser reconocido 30 años después con el premio Nóbel de la Paz.

Estoy seguro que podremos hacer de Chile un país amable para todos si nos atrevemos a cambiar la mirada y a transitar
de la Soledad al Encuentro,
del Temor al Abrazo,
del Prejuicio a la Confianza

Dame tu mirada y cambiaremos el mundo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace algunos dias atrás leí un comentario de algún antiguo estudioso de las escrituras acerca de la parábola del Buen Samaritano. Éste buen hombre no sería otro que Jesús, que bajando de Jerusalén (la ciudad santa ó El Cielo) hacia Jericó (la tierra donde nos encontramos) fué quien se fijaría en los más abandonados y necesitados de aquella época. Los olvidados de siempre de la caridad de los que ostentaban la representación de Dios. Esto es, los sacerdotes y Levitas que estaban más ocupados de administrar el Templo y las "leyes" escritas pero muertas.
A partir de esto, mi pregunta es:
¿Qué fuerza es la que mueve a aquellos locos que han sido el Padre Alberto, Sor Teresa de Calcuta, Muhammad Yunus, a tu amigo Patch, San Francisco y muchos otros? Aparte de una mirada especial y poco distraída, es necesario un corazón muy blando y una cabeza muy dispuesta a que no importe el qué dirán los demás y dócil a la locura del amor.
Jesús antes de su muerte lo anunció como el Espíritu Santo.
Dejémonos invadir por el Espíritu Santo podría ser la orden del día.

Mac. dijo...

Esa humilde decisión
de dejarse invadir
por el espíritu santo!!!

Creo que por ahí
va el asunto...

Tan simple,

Mac.

Anónimo dijo...

Querido amigo y sextobesino:
(nueva acepciòn para los integrantes de nuestro curso del Colegio San Ignacio)
A pesar de mi presbicia, astigmatismo y miopìa, he aprendido a ver al otro.
Y junto con verlo, y recibir su mirada, esbozar una sonrisa e invitarlo a vivir la vida con alegrìa y humor.
Incluso le brindarìa unos pestañeos al perro Guzmàn y al piojo Montes, entes que no conocieron el mirarse y ser feliz con lo poco y sencillo.
Un abrazo PÈ, y me retis pu ya?