miércoles, septiembre 06, 2006

CASA DE REMOLIENDA


Gracias a la generosidad de Andrea Brandes pude asistir en su casa a un preestreno entre amigos de la película “Casa de Remolienda” dirigida por Joaquín Eyzaguirre. Como no soy crítico de cine, ni muy entendido en el tema, solo me refiero a lo que me despertó el ver esa obra.

Me sucedió que recordé las varias visitas que he tenido a la Fundación Vida Nueva, en Bogotá, Colombia, y los diversos encuentros sostenidos, como por ejemplo el que tuve en el barrio “El Cartucho”, zona actualmente transformada en un parque, pero que años atrás era el corazón del mundo de la prostitución y la droga. Recuerdo esa experiencia como uno de los momentos más impactantes de mi vida, donde tomé contacto en vivo, por una parte con la miseria y la bajeza humana, más por otra con la inmensidad del corazón humano. Recuerdo que esa visita, sin duda lo más cercano a las imágenes del infierno que imagino, la terminé tomados de la mano y rezando en la casa de Plancho, exdelincuente, su mujer embarazada de 8 meses de la que luego sería mi ahijada, y tres mujeres en rehabilitación de la prostitución. Un regalo inolvidable.
Es a partir de este evento tan relevante que cada año no me pierdo mi visita a la casa de acogida de Fundación Vida Nueva en Bogotá para encontrarme con Norita, la “mami” su fundadora, con la “gorda”, con la “Barbie” y tantas mujeres de las que solo recibo cariño, cercanía y testimonios de vida que me llenan de esperanza.

A propósito de la Barbie, recuerdo casi como si fuera hoy lo que nos compartió en un taller de desarrollo humano y que me conmovió profundamente:
“ Yo me llamo Barbie y soy prostituta, eso es lo que soy. Eso ha sido lo único que he sabido hacer desde los once años cuando mi mamá decidió vestirme de mujer para llevarme a la calle a conseguir clientes. Esa primera vez pensé que el señor que se detuvo en un carro rojo y me llevó a una pieza oscura lo que quería era compañía. Cuando el señor entró al baño pensé que raro este señor me trajo para que lo acompañara a orinar. Mientras el hombre salía del baño me senté en la cama y comencé a jugar con mis piernas que no alcanzaban el suelo. Tiene calor señor, le dije cuando lo vi desnudo, tápese. En ese momento este señor descubrió mi inocencia, se vistió, me tomó de la mano y en la calle me devolvió a mi mamá, sin darle un peso a ella. Fue ahí cuando recibí otra tunda de mi mamá.” Hoy, la Barbie esta casada con un contador y ha formado una familia y vive actualmente en Medellín.

Tampoco puedo olvidar a Blanca, una mujer maravillosa, con una capacidad para abrazar y acoger impresionante. Su vida es aún más dramática… y confieso que no es lo más impactante que he escuchado de los labios de estas mujeres “de remolienda”, o que he leído en el libro “Mujeres del putas” escrito con motivo de sus historias.

Blanca, “la Bavaria”, llamada así en su antigua vida porque no dejaba botella de cerveza llena, fue por muchos años prostituta, drogadicta, una madre despreocupada y una mujer que esquivó cualquier relación estable. De su niñez solo se sabe que fue encontrada un día cualquiera en una caja de cartón bajo una escalera de un edificio del barrio el Cartucho. La Bavaria era como un personaje de esas historias de ciencia ficción, sin padres, hermanos o infancia; como si no tuviera origen.
En el libro que recoge su vida extraigo solo lo referido a su origen pues como bien sabemos toda historia queda marcada de por vida en esos primeros años.
“La gorda recuerda muy bien, y con amargura, como la violaron. Supone que tendría como ocho o diez años. Esto la marcó, no solo porque fue abrupta sino porque lo hicieron sus propios amigos, sus “parceros”. De ellos fue su mujer desde los once años y fue pasando por sus manos como en forma de préstamo, tal como lo hacían las otras niñas del “parche” …A los doce años tuvo su primer embarazo. La niña nació muerta y ella ni siquiera supo cómo, cuando, ni quién la había embarazado, como tampoco supo que aquellos dolores eran los de un parto. Nunca tuvo un guía, una mano amiga, nunca estuvo en un orfanato, ni conoció ninguna obra social. Para ella solo existían sus “parceros”, la calle, el vicio y el robo, su forma de sobrevivir. Ella no sabía de la diferencia entre el bien y el mal, tanto como no sabía su nombre, solo sabía que era “la Bavaria”. Blanca, actualmente conocida como la gorda”, es la coordinadora de la Fundación Vida Nueva, es la esposa de Pedro y la madre amorosa de seis hijos.

Agradezco sinceramente el trabajo del equipo de “Casa de Remolienda”, pues me permitió volver a encontrarme con la vida de estas mujeres, predilectas de Dios, y mirar a mis hijos, mis sobrinos y a tantos niños de nuestro país que tienen el regalo y las oportunidades de una vida sostenida por el amor y la familia.